viernes, 24 de julio de 2009

CELOS MASCULINOS ¿QUÉ TEMEMOS PERDER?




POR Luis Buero


Celos, envidia, voracidad, cóctel de emociones negativas, son afectos constitutivos de nuestra psiquis, o sea que no tenemos que esperar a casarnos con Angelina Jolie para sentirlos. En realidad, se nos hicieron evidentes apenas la partera nos palmeó el trasero. ¿Por qué? Primero porque, según dicen los que saben, el julepe que nos pegamos cuando nos sacan de la confortable panza de mamá es tan grande, que se nos marcan dos huellas eternas en el bocho: “miedo a la pérdida (de lo amado, de la seguridad obtenida, etc.) y miedo al ataque del otro (real o imaginario)”
Pero lo más denso viene después, ya que al nacer creemos que esa señora ( la que nos sostiene vivos gracias a su amor y leche tibia), y nosotros, somos Uno solo, que ambos formamos parte de la “nave madre”. Vana ilusión, que dura que el infortunado galancito sale de excursión gateando por el living una noche y descubre que hay un intruso, llamado hermano, que está mamando de la misma teta, y que, para peor, aparece un señor grandote con cara de papá y le pregunta sonriente a su única proveedora de vida: “negra, ¿vamos pa’ la pieza?”.
De cómo empecemos a elaborar estas primeras y terribles pérdidas (no de afectos, si de fantasías) resultarán nuestros vínculos futuros.
En las reuniones de amigos, cuando se toca el tema de los celos, pareciera que las únicas celosas son las mujeres, siempre angustiadas inspectoras de bolsillos, agendas y teléfonos celulares, atravesadas por la desesperada obsesión de controlarlo todo en la vida de sus “bombones”. Muchas afirman que empezaron a ser así después de sufrir un engaño inesperado (de esta u otra pareja anterior) o desde que el papá abandonó a su mamá por otra mujer y no llamó nunca más.
Los tipos, en cambio, se sienten incómodos por los cambios conductuales de la mujer moderna, la que trabaja, estudia, practica deportes, asegura tener amigos varones, baila y viaja sola, sin su macho fijo. De pronto algunos se angustian porque ella quiere hacer un curso de actuación teatral como si el presunto ladrón de su novia sólo pudiera hallarse en ciertos lados. ¿Por qué su movedizo profesor de salsa tiene que ser sí o sí el que nos hará “cornudos”,y no, en cambio, el puntual sodero, o un simple francés con libros con el que se choque en la calle, como ocurre en el film Infidelidad? Hombres hay millones, la única que decide es ella.
¿Solución? Un varón debería preguntarse todos los días al contemplar a la mujer que quiere: “¿ puedo vivir sin ella?”, “¿soy capaz de continuar mi existencia si me deja?”. Mientras la respuesta sincera sea sí, la convivencia será una comedia, y no una tragedia, y él le dará a ella libertad para que se inserte en la sociedad de manera creativa y evolutiva, y también él tendrá fuerza interior para decirle “adiós, querida”, en cuanto ella tenga una actitud confusa, equivoca o histérica con otro tipo, sea por lo que fuere.

jueves, 23 de julio de 2009

reportaje diario LA NACION, 17/9/2005


DE LOS CELOS PATOLOGICOS NO SE SALE SIN AYUDA PROFESIONAL



"Los celos son afectos constitutivos del ser humano. No hay ser viviente que no los haya experimentado", asegura Luis Buero, psicólogo social que coordina un taller grupal para reflexionar sobre una de las emociones que más connotación negativa tiene.

"Cuando el ser humano nace forma una relación de total dependencia con su madre -apunta Buero-. Como no puede procurarse solo alimento ni seguridad forma una unidad con su madre. Luego, a medida que se crece, el otro es distinto a uno, pero hay una construcción de uno mismo a través de la mirada de ese otro y, además, la necesidad de alimento y de afecto continúa y el deseo es que quien la provee, generalmente la madre, lo haga en forma permanente"" Entonces, aparece un hermano que también quiere lo mismo, o un papá, y esa ilusión de que el otro esté siempre con uno y nos pertenezca se hace añicos."

"Todos somos celosos porque todos nacemos con dos miedos: a la pérdida y al ataque -agrega Buero-. No todos vivimos con la angustia del miedo a la pérdida, pero el celoso sí mantiene ese temor." Luis Buero dice que la capacidad de admitir la existencia de otro (como distinto de uno mismo) derriba la ilusión de ejercer un control absoluto sobre esa persona, terreno fértil donde crecen los celos más enfermizos. Y enfermantes.

Buero afirma que para que los celos existan siempre hacen falta tres. "El triángulo está formado por el celoso, el objeto de amor o de interés y un rival, que tiene que ser igual o mejor que el celoso."

También advierte que las fronteras de los celos van mucho más allá del amor de pareja. Pueden aparecer entre hermanos, amigos, en el trabajo. Y agrega que ser celoso en una relación no asegura serlo en todas, y que hay vínculos que pueden favorecer más o menos los celos que otros.


Motores y enfermizos

Para los celos no hay épocas, "de lo contrario, Shakespeare no hubiera escrito Otelo hace 500 años", reflexiona Luis Buero, pero indica que actualmente, y en especial entre las parejas más jóvenes, algunos códigos han cambiado: "Está muy difundido que las mujeres salgan con sus amigas y por más que a los chicos eso les dé celos se lo tienen que aguantar".

"Antes para el hombre lo indiscutido era la posesión y para la mujer la resignación. Ahora la mujer tiene una interrelación mucho más activa con el otro sexo y hay mayores posibilidades para el hombre de encontrar rivales", dice Buero, pero admite que varones y mujeres tienen un mayor sentido del desapego: saben que una relación no necesariamente es para toda la vida. Sin embargo, los celos existen. Y no siempre son malos.

"Hay celos motores, que tanto en una pareja como en otros vínculos pueden contribuir a mejorarlos -advierte-. A lo mejor pensamos: «A mi marido le gusta esa mujer», y aunque en realidad no sea así, esa fantasía hace que me arregle más o que genere su atención para que él se fije en mí."

"La presencia de un tercero real o imaginario genera una situación de «alarma» y eso es normal, porque de lo contrario no habría interés en el otro -dice Buero-. Sin embargo, hay personas que prefieren que su pareja no tenga una relación demasiado íntima con nadie más. Cuando esos celos se acompañan de intensos sentimientos de inseguridad, autocompasión, hostilidad y depresión dañan la calidad de vida de los integrantes de la pareja y pueden ser muy destructivos. Esas personas sienten que si pierden a su pareja será terrible, insoportable. Por eso son controladores, vigilantes, asfixiantes, inseguros, depresivos y siempre dependientes. El pacto secreto que construyen es: «Te doy todo, pero dame todo, si no, serás mala y deberás ser castigada.» De allí a la violencia hay un solo paso y, si bien es más frecuente de parte del varón, eso no indica que los celos enfermizos sean más habituales en ellos."

Así, la dialéctica que comienza a generarse entre el celoso y el celado transforma la vida en una tragedia.

"De los celos patológicos no se sale sin ayuda profesional" -asegura el psicólogo social. El celoso siente angustia y su peor enemigo es su propia imaginación. Si es un varón, duda de su paternidad, cela al resto de la familia, a los amigos, a los compañeros de trabajo, imagina toda clase de traición, persigue y controla? El celado siente asfixia. Tarde o temprano, el vínculo se deteriora. Y no es nada fácil poner fin a la relación con alguien enfermo de celos, porque la conducta habitual es demostrarle que si no está con él (o con ella) se moriría y hasta sería capaz de matar si es dejado o dejada."

Por eso, el alivio sólo vendrá si el celoso enfermizo es capaz de sentir "que puede sobrevivir y sobreponerse a la ausencia del otro".
De varones y mujeres

"El varón cela a la mujer desde su propia elaboración del deseo, y la cela como si la mujer fuera un hombre, como si ella pudiera acostarse con cualquiera y los deseara a todos, que es lo que le pasa al hombre -dice Buero-. El varón tiene una visión donde el sexo está más presente, por eso teme la infidelidad y existe un temor atávico asentado en la incertidumbre de su transmisión genética. El temor de la mujer es a ser abandonada y procede más de la posibilidad de ser desplazada por otra mujer."

"La mujer teme más que él deje de amarla, y tiende a perdonarlo frente a una infidelidad, o le cree si él le dice que no tiene otra relación o que esa mujer con la que lo vio es una amiga o una compañera". El hombre, en cambio, lo único que quiere saber es si ella se acostó o no se acostó. Y si ella le miente una vez, se derrumba todo, porque para él significa que le ha mentido siempre.

"Para evitar malos entendidos es útil que los integrantes de una pareja pongan en orden qué es lo más importante para cada uno en ese momento de la vida y se lo comuniquen al otro. Eso ayuda a prevenir conflictos."

La tarea es muy sencilla. Anotar una escala de prioridades: familia, amigos, estudio, pareja, hijos, tiempo libre. "Si para mi pareja su escala de valores comienza en el trabajo sabré a qué atenerme". E igual será de mi parte. Es como un juego reglado, que favorece conocerse más. Al menos, uno sabe a qué está jugando."


POR GABRIELA NAVARRA, LA NACION, CIENCIA Y SALUD

reportaje diario CRITICA DE LA ARGENTINA, DIA 5/4/2009


un taller en el Hospital Tornú enseña a dominarlos

CUANDO LOS CELOS SON UNA ENFERMEDAD

En las terapias participan tanto “víctimas” de sus obsesivas parejas como “victimarios” que hacen un infierno de la vida en común. El secreto es aprender que el ser amado puede irse y que la vida sigue. Realizan juegos y dramatizaciones.
Cada miércoles unas veinte personas se reúnen en una improvisada sala en el Hospital Tornú. Llegan para enfrentar su peores demonios: los celos patológicos. Participan del taller que dirige el psicólogo social Luis Buero, abierto tanto para argentinos como extranjeros, gratuito y único en el país. La propuesta del espacio “Cuando los celos te carcomen” tuvo una repercusión que sorprendió al organizador.

Mientras se acomodan en círculo, dos cincuentonas avezadas en la temática sintetizan el propósito del encuentro. Una de ellas, de rostro apesadumbrado, murmura “mi esposo está mejor, pero es difícil, me revisa todo, se vuelve loco y eso me duele”. “Sí –la consuela la otra, una celosa–, cuando el fantasma te agarra, te agarra”. Y a eso van: a evitar que los atrape o, más precisamente, a aprender a espantar la angustia de pensar en perder al ser querido.

Aunque ni el menos celoso de los mortales está exento de ser rozado alguna vez por ese fantasma, según dice Buero a Crítica de la Argentina, “la gravedad del sentimiento se define por la intensidad, las reacciones y si las causas están o no justificadas”. Cada tanto aparece alguna joven haciendo la gran Lorena Bobbit: la última fue hace unos meses, en Ecuador, que tomó un cuchillo de cortar bananas y le rebanó el pene y los testículos a su pareja, un campesino que estaba alcoholizado y que aún se recupera con lesiones irreversibles. Todo por un ataque de celos, sin dudas patológico.

EL OTRO YO. Cuando de celar se trata, siempre existe un tercero, el rival que aparece para quitarle al celoso la posibilidad de poseer a su presa. No necesariamente es una persona, también puede tratarse del trabajo o hasta de un programa de televisión. Joaquín, por ejemplo, no mira sus series favoritas acompañado de su novia porque prefiere no sufrir ante lo que considera una falta de atención hacia él. Igual sabe que exagera y confiesa que ya no quiere dejar más a sus parejas sólo para estar más tranquilo.

Desde una perspectiva psicoanalítica, los celos funcionan como una reedición de sentimientos infantiles que, según explica la psicóloga Alicia Beraja, “suelen tener su origen en condiciones inconscientes derivadas del modo en que fue resuelto el complejo de Edipo”. Fuera de los catalogados “normales”, que hasta pueden poner pimienta en una relación y en los que se juega un cierto grado de ofensa narcisista del celoso, hay situaciones en las que se vive un temor a la pérdida de la pareja pero también del tercero, una especie de deseo homosexual inconsciente reprimido.

Lo cierto es que el rival también puede ser imaginario, y en eso Claudia tiene experiencia. Ella tenía una vida normal hasta que hace tres años su esposo empezó a custodiarla de modo obsesivo: cualquier gesto era interpretado como una señal de infidelidad, al punto que llegó a encerrarla bajo llave junto a sus hijos por miedo a que se fueran y lo dejaran solo. Los médicos le diagnosticaron celopatía alucinógena y su delirio fue controlándose de a poco. “Por suerte ahora estamos mejor”, cuenta desde su casa esta mujer que a sus 40 años tuvo que aprender a los golpes que lo que le pasó a su marido “tiene que ver con su historia de padres separados, muchísimo sufrimiento y una profunda sensación de exclusión”.

En cuestión de género hay algunas diferencias: mientras los hombres tienden a temer más a la infidelidad y a perseguir a sus víctimas, las mujeres tienden a agobiarse ante la posibilidad de abandono y a psicomatizar más que a actuar. Pero lo verdaderamente distinto está en los cambios culturales que generan nuevos modos de relaciones con sus consecuencias: si bien los celulares y los e-mails pueden acrecentar la ansiedad del celoso, también “lo que hace 20 años podría ser una situación dolorosa, ya deja de serlo. Digamos que amigas y amigos pueden salir sin que sus novios enloquezcan”, resalta Beraja.

EL DESAPEGO. La regla indica que ni la muchacha ecuatoriana ni el esposo de Claudia buscan ayuda en un taller como el de Buero, aunque él cuenta que en los tres años que lleva haciéndolo hubo algunas excepciones a las que les sugirió consultar a especialistas. “Éste es un taller más de reflexión, donde se trabaja la dependencia emocional con la pareja, el desapego, para aceptar que el objeto de deseo puede perderse e, igual, seguir viviendo”, asevera.

Con humor, juegos y dramatizaciones analizan las maneras de comunicarse entre las parejas, desglosan los miedos, los sentimientos de culpa y la tendencia a victimizarse, entre otras actitudes. Al tiempo, los resultados son bienvenidos.

“Cada una de las personas era un desconocido para mí, pero me sentí tocado por sus relatos. Recuerdo compadecerme al escuchar varias historias, pero la realidad era que en el fondo me compadecía por mí”, reflexiona Cristian, un ex tallerista que agradece haber aprendido máximas como: “Si mi novia está conmigo, será también porque lo siente. Y si lo siente, ¿por qué habría de estar con otro? Sé que suena hasta tonto, pero es parte de un mecanismo necesario que me llevó a sentirme cada vez mejor y a dejarla en paz con ese mundo de fantasmas que me invadía”.

POR ALICIA BELTRAMI

miércoles, 22 de julio de 2009

CELOS, UN ENCUENTRO CON EL ABISMO INFINITO


por LUIS BUERO

Hay quién desea ser torero y termina como astronauta. Yo, que soñaba escribir una comedia para la televisión mexicana, desde el año 2005 soy el coordinador del, creo, único taller de reflexión y mutua ayuda de la Argentina (¿y del mundo?) dedicado a los celosos y celados. Se desarrolla en un espacio público con entrada libre y gratuita, y se titula Cuando Los Celos Te Carcomen. Con el mismo título escribí un libro, inédito aún.

El sábado 3 de septiembre del 2005, cuando iba camino a mi primera charla sobre los celos en una escuela frente a Plaza Italia me preguntaba: ¿vendrá alguien a escucharme?. Pues sí, me esperaban cien personas (no dejaron entrar más porque no cabían en el aula). Gente rica y gente pobre, celosos y celados que iban desde los 20 a los 80 años, solos o en pareja, heterosexuales y gays, seres agobiados por el miedo al ataque y a la pérdida de sus vínculos cotidianos.

El espacio permanente se abrió luego en otro sitio, el Hospital Tornú, para el cual creé pequeños sketches, dramatizaciones, juegos, técnicas de acción y propuestas para la simple discusión que parte del relato de los participantes. Desde entonces, todos los miércoles, como el Capitán del Enterprise, inicio la reunión con personas nuevas que se suman y otros veteranos talleristas, haciendo un viaje que siempre nos lleva a un puerto que nos despierta una visión superadora del mundo, ya que en definitiva, para brincar sobre el charco no podemos evitar tomar envión como para saltar un océano. Y eso intentamos hacer.

¿POR QUÉ SENTIMOS CELOS?

Junto con la voracidad y la envidia, los celos son uno más de esa trilogía de afectos inevitables que nos invaden a poco tiempo de abandonar el paraíso del útero materno. Al principio somos Uno (pero no con el Universo, como diría Kung Fú, el pequeño saltamontes) sino con la teta salvadora de la madre. Pero tarde o temprano llega ese día en el que descubrimos que Yo y No-Yo son dos lugares distintos, y que ese No-Yo que nos acariciaba y nos daba de comer, tiene marido, otros hermanos, trabajo, amigas, un perro, una computadora para chatear….y nos preguntamos…¿ahora de qué me disfrazo para llamar la atención y para volver a ser el Único?. Así estrenamos ese fulero sentimiento de exclusión. Fulero y a la vez necesario para crecer.

Y por si esto fuera poco, entramos a una cultura y a un lenguaje que nos toma de entrada y nos informa que el matrimonio es de a dos, que el adulterio está prohibido por la Ley y por la religión, es decir, ni se te ocurra desear a la mujer de tu prójimo (empezando por mamá). Y nos insisten con que, como somos seres volubles, imperfectos, que venimos de un pecado original, siempre hay un sospechoso adentro del dormitorio, y un enemigo afuera que se lo quiere robar. Y ante el brote que puede seguir a esta perspectiva, para un celoso/a los hombres son vistos como animalitos alzados que se quieren voltear hasta a la estatua de Lola Mora, y la mujeres como más fáciles que la tabla del uno y están anhelantes por tener más puestas de espaldas que el Caballero Rojo.

Por si esto fuera poco, el Dios Mercado promueve el individualismo extremo, la realización full-time del éxito profesional y comercial, que tapa el ruido de las preguntas fundamentales: ¿existo? ¿quién soy? ¿quién me va a querer?. Y ante la liberalización de las costumbres (“mi amor, yo te adoro pero me voy al alter office con mis compañeros y luego a bailar sola con mis amigas”) hasta los celos, en pequeña medida, se vuelven un mecanismo de defensa social.

SE ME SALTÓ LA TÉRMICA

¿Cuándo los celos son patológicos? Seguro te estarás preguntando eso.

Los celos son como la pimienta, que en poca cantidad da sabor y en exceso intoxica. Son un motor pulsional, erotizan al otro y nos exigen atención y esmero. Pero cuando al celoso se le salta la térmica, el celado se siente asfixiado, castrado, no se puede insertar creativamente en la sociedad, se auto-secuestra. O sea, como cantaba Cortez, todo es cuestión de medida.

Y cuando la marea supera el dique, el o ella revisan bolsillos, celulares, casilla de correo, contratan detectives, torturan a su media naranja con interrogatorios de Guantánamo. Y eso es porque su dependencia emocional del Otro, es extrema, como cuando era pequeño y demandaba exclusividad a sus papis, solo que de adulto, regresar a esas etapas del autoerotismo y el narcisismo es exigir lo imposible, y a un altísimo costo. Los delirios paranoicos, las ansiedades psicóticas nos proponen un tour que va de la violencia verbal y física hasta estar en Policiales de Crónica Tv en un puñado de estaciones. Y mientras tanto, antes que eso, ya dimos y soportamos una convivencia de tragedia, no de comedia.

ACEPTAR LA FALTA, EL AGUJERO INFINITO. (“¿Lo qué?”)

Una vez nacidos, el mundo perfecto se perdió. Buscamos la completitud en ese otro/a que nos va a amar, en una vocación, teniendo hijos, plantando el árbol, escribiendo el libro, pero nada nos puede saciar, porque el registro de carencia debajo del cielo es inesquivable, y la ruptura entre lo que siento y lo que digo que siento también. De ahí que amar es siempre dar lo que no se tiene a alguien que no es. Y cuando Romeo y Julieta afirman que son el uno para el otro, el otro no es ninguno de dos.

Pero al menos, lo que debemos comprender es que no somos el burro detrás de la zanahoria, como indicaría el párrafo anterior, si no que lo que nos impulsa es el agujero infinito e imposible de llenar, que quedó atrás en el tiempo: me refiero a esa experiencia mítica de satisfacción que fantaseamos que vivimos alguna vez, y que no volverá jamás.

Nuestro trabajo en el taller es ése: la autoconciencia y el des-apego. Nunca le digo a alguien: estás loco, tu esposa nunca te va a engañar, o, tu marido jamás se va a enamorar de otra. Porque no lo sé.

Y aunque sugerimos la renovación de la palabra confianza, la verdad es que no hay garantías, y pese a la máxima certidumbre prometida hasta las Torres Gemelas se pueden derrumbar. Por eso, esa Seguridad que se le reclama a los celosos no es la de que nadie los va a traicionar o abandonar, si no, la seguridad de que lo van a poder soportar, como ya lo hicieron alguna vez, cuando dejaron de ser el gran Uno para el gran Otro que les daba la mamadera.

Los celos son una defensa neurótica como respuesta ante la pregunta por el deseo el otro, que siempre es, fue y será una incógnita.

FRASES PARA EL CALENDARIO

Finalizando, gente valiente que llegó a este renglón, les quiero repetir algunas frases que a veces comentamos en el taller:

- El amor es la única posesión en la que no se posee nada.
- Yo sostengo la punta del hilo que me ata.
- Pensar fácil, hacer fácil.
- Duro con el problema, blando con las personas.
- En vez de esperar que alfombren el mundo, calcemos un buen par de zapatillas.
- Toda queja es una demanda de amor.

Y VIMOS QUE:

- Aunque algo sea impensable para uno, no quiere decir que no exista y que uno no lo tenga que aceptar.
- Hay una realidad que se auto-crea.
- La significación de las cosas no sale de las cosas mismas, sino de nosotros.
- La percepción de la realidad está determinada por la estructura psíquica del sujeto.
- El pasado que recordamos es una construcción que nunca porta una verdad inmutable aunque inventemos instrumentos para cristalizarlo.
- Tenemos creencias fijas que nos condicionan (las mujeres son…los hombres son…)
- No somos objetos pasivos de lo que nos sucede, también elegimos estar donde estamos.
- El cambio depende de la intención nuestra que llevamos adelante en cada paso.
- Todo vínculo nos implica una relación costo-beneficio.
- La buena noticia es que los celos enfermizos se curan, la mala es que depende de nosotros.

Estas son algunas perlitas que fuimos recogiendo de aquí y de allá, intentando cumplir lo que me sugirió aquella profesora que les mencioné al principio: “Luis, no te olvides nunca que hablar es una necesidad, pero escuchar, es un talento”.

martes, 21 de julio de 2009

LOS CELOS Y LA COTIDIANEIDAD



Por LUIS BUERO

Los seres humanos somos, según se dice, neuróticos, sicóticos, o perversos, pero cuando de celos se trata, la gente no piensa en las estructuras que nos definen, y siempre se pregunta si hay una distinción entre los celos masculinos y los femeninos.

Dejando la infidelidad de lado, que es lo obvio, y no tiene sexo fijo, en la cotidianeidad, los hombres no queremos que a ellas las toque nadie, y cuando digo nadie, es Nadie, salvo nosotros. Las mujeres se quejan de otro sentido, del de la vista: las atormenta la mirada masculina (no la que posan los otros tipos sobre ellas y parece que las van a dejar embarazadas) si no la que sus novios, maridos, amantes, enfocan en otras. Y al decir otras digo a Todas las Otras, incluyendo a las virtuales, las de las tapas de revistas, carteles y las de Bailando Por Un Sueño.

DEMOCRACIA Y DESTAPE, MARTIRIO FEMENINO

Debe ser difícil ser una muchacha celosa hoy, cuando en los mega afiches se exhibe Araceli en paños menores y las chicas de Tinelli (¿y de Sofovich?) muestran sus partes pudendas a todo color en pantalla gigante.

Argentina ha vivido muchos años bajo dictaduras temporarias que siempre dejaron pesadas secuelas.

En los recreos de democracia, los medios de comunicación apostaron a exceder los límites en las imágenes y en el lenguaje, siempre con fines ultra comerciales.

Del 84 en adelante algo que comenzó a inundar lentamente los quioscos de diarios fueron las publicaciones con tapas “triple equis”. Primero aparecían en revistas bizarras cubiertas por bolsitas negras. Después se cayeron las bolsitas y hasta en la portada de un magazine sobre ajedrez te metían la mina en bolas delante. Y de las sugerencias abiertas, triviales y a veces atrevidas de la fotografía de la década del setenta y principios de los 80, se pasaron a las poses y semidesnudos que funcionaban como símbolo detonador, como espuela que evocara sensaciones y deseos inhibidos en los consumidores de una sociedad sufrida.

Claro que esas tapas de revistas y esas bailarinas de tv que brillaban alrededor de Roberto Galán eran “monjas de clausura” relacionadas con las que vimos en los últimos años. Me refiero a que las poses sexuales de las chicas de algunos shows hiper mediáticos y de las portadas en las que están ofreciendo el trasero desnudo en primer plano a la humanidad, ya resultan una pedrada en el ojo.

Si es cierto que existen el Yo, el Súper Yo y el Ello, como aseguraba don Sigmund, como componentes del aparato psíquico, los editores de esas revistas y los productores de esos programas apuntan directo al Ello. Sin miramientos.

Obvio que conmueven, porque en su descreimiento del erotismo natural humano, bordean el exhibicionismo perverso, (similar al del personaje callejero que se abre el impermeable y está sin ropas), haciendo abstracción total de la presencia de los niños pequeños que las ven en la calle o en la tele, en una edad en la que deberían estar más preocupados por la tabla del dos el teorema de Tales, que por el gran culo moviéndose sinuosamente alrededor de un caño, que los interrumpe en su período de latencia.

Y las mujeres, que viven en eterna competencia preguntándose quién es la más bella, sufren horrores. Pero como decía el sabio, si no puedes alfombrar el mundo, compra un buen par de zapatillas.

De todos modos a Julieta le sobran derechos para reclamar a su partenaire, respeto mientras están tomando café en el shopping, en una sociedad donde sí existen códigos. Si estás conmigo, no mires insistentemente a las otras, porque me hace mal, es una frase que reclama respeto y consideración, y no está de más si el salame es un fisgón y un baboso desubicado.

¿Y DE LOS MACHOS QUÉ PODEMOS DECIR?

Celos, envidia, voracidad, cóctel de emociones negativas, son afectos constitutivos de nuestra psiquis, o sea que no tenemos que esperar a casarnos con Angelina Jolie para sentirlos.

En realidad, se nos hicieron evidentes apenas la partera nos palmeó el trasero. ¿Por qué? Primero porque, según dicen los que saben, el julepe que nos pegamos cuando nos sacan de la confortable panza de mamá es tan grande, que se nos marcan dos huellas eternas en el bocho: “miedo a la pérdida (de lo amado, de la seguridad obtenida, etc.) y miedo al ataque del otro (real o imaginario)”

Pero lo más denso viene después, ya que al nacer creemos que esa señora (la que nos sostiene vivos gracias a su amor y leche tibia), y nosotros, somos Uno solo, que ambos formamos parte de la “nave madre”.

Vana ilusión, que dura hasta que el infortunado galancito sale de excursión gateando por el living una noche y descubre que hay un intruso, llamado hermano, que está mamando de la misma teta, y que, para peor, aparece un señor grandote con cara de papá y le pregunta sonriente a su única (la del niño) proveedora de vida: “negra, ¿vamos pa’ la pieza?”.

De cómo empecemos a elaborar estas primeras y terribles pérdidas (no de afectos, si de fantasías) resultarán nuestros vínculos futuros.

Y siempre, en el mejor de los casos, que se nos presente esta parejita castradora que nos limita el goce y que nos dice, asomados a nuestra cunita, con amor: “nene dejáte de joder y dormite que tenemos que hacer lo nuestro”.

NO ME TOQUEN A LA NENA

En las reuniones de amigos, cuando se trata el tema de los celos, pareciera que las únicas celosas son las mujeres, permanentes Blancanieves angustiadas, inspectoras de bolsillos, agendas y teléfonos celulares, atravesadas por la desesperada obsesión de controlarlo todo en la vida de sus “bombones” a los que ven como animalitos salvajes.

Muchas afirman que empezaron a ser así después de sufrir un engaño inesperado (de esta u otra pareja anterior) o desde que el papá abandonó a su mamá por otra mujer y no llamó nunca más.

Los tipos, en cambio, se sienten incómodos por los cambios conductuales de la mujer moderna, la que trabaja, estudia, practica deportes, asegura tener amigos varones, baila y viaja sola, sin su macho fijo. El Otro humano con pitito y bolas, generalizado, ya sea un Brad Pitt o el jorobado de Notre Damme (que por algún peso que lleva se jorobó) son enemigos potenciales.

De pronto algunos fulanos se angustian porque ella quiere hacer un curso de actuación teatral como si el presunto ladrón de su novia sólo pudiera hallarse en ciertos lados y otros no. ¿Por qué su movedizo profesor de salsa tiene que ser sí o sí el que nos hará “cornudos”, y no, en cambio, el puntual sodero, o un simple francés con libros con el que se choque en la calle, como ocurre en las películas? ¿Cómo evitar su convivencia diaria con otros empleados, estudiantes, jefes, cuñados, etc.?

Garantías no existen y además, hombres hay millones, la única que decide es ella.

Pero la realidad es que la infidelidad es el síntoma, no la enfermedad, ya que nunca nos dejan por otro, siempre es por nosotros mismos. Ella no es una valija que nos pueden robar en la Terminal de Ómnibus porque nos descuidamos un instante.

¿Y QUE HACEMOS CON LA ANGUSTIA?

La angustia, primero que nada hay que reconocerla, algo que a los Romeos no les gusta porque los hace mostrar débiles. Ellos pasan a la estación de trenes siguiente, que es la agresividad.

Pero el motor de la demanda, de la queja de amor, fue la angustia. ¿Cómo reducirla?

Un varón debería preguntarse todos los días al contemplar a la mujer que quiere: “¿puedo vivir sin ella?”, “¿soy capaz de continuar mi existencia si me deja?”.

Mientras la respuesta sincera sea sí, la convivencia será una comedia, y no una tragedia, y él le dará a ella libertad para que se inserte en la sociedad de manera creativa y evolutiva, y también él tendrá fuerza interior para decirle “adiós, querida”, en cuanto ella tenga una actitud confusa, equivoca o histérica con otro tipo, especialmente delante de él, sea por lo que fuere. Porque en definitiva esa es la única seguridad que podemos construir en la vida, la de que, pase lo que pase, vamos a sobrevivir sin el otro, que es simplemente otro, y nada más que otro, una criaturita de Dios, que hace pis y caca como todos, y que es semejante a nosotros.

reportaje diario CLARIN, 29/10/2007 al taller de celosos y celados


http://www.clarin.com/diario/2007/10/29/sociedad/s-06101.htm

REUNIONES GRATUITAS EN EL HOSPITAL TORNU
Historias surgidas en un taller de celosos y celados anónimos

por CARLOS GALVAN (CLARIN, SECCION SOCIEDAD)

Cuando los celos te carcomen". Así se llama un taller gratuito de reflexión para celosos y celados anónimos que se desarrolla todos los miércoles a las 20 en el hospital Tornú. Al parecer es el único en el país: "Que yo sepa no hay ningún otro taller sobre celos en la Argentina", dice su coordinador, Luis Buero.

Clarín, sin identificarse, participó de ese taller la semana pasada. Ese día había cerca de 30 personas y el ejercicio propuesto por Buero -es psicólogo social y también escritor- era que cada uno contase su último episodio de celos.

Ahí estaba una señora de 65 años que contó que noviaba con un hombre 14 años más chico: "De mi ex marido, con quien estuve casada más de 30 años, nunca tuve celos pero ahora con mi novio no me puedo controlar. Hace unos días él tuvo una fiesta en el trabajo a la que también iba a ir una ex amante suya. Y yo no logré entrar en razón, por más que él me decía que con ella ya no pasaba nada y que si quisiera hacer algo lo podría hacer en cualquier otro momento".

Casi al lado de esa señora había un hombre que acababa de ser dejado por su mujer, harta de sus celos. Unos metros más allá estaba sentado un médico que, avergonzado, dijo sentir celos de la familia de su esposa.

También había un muchacho de 24 años: "Mi mujer se fue a bailar el sábado con una amiga y yo me quedé en casa con nuestro bebé. En otro momento le hubiera hecho un escándalo, pero ahora gracias al taller pude contenerme y charlarlo tranqui con ella".

El día que estuvo Clarín hubo gente que hizo su relato llorando. Y otra que lo contó con gracia, por más que el episodio les provocase dolor.

El taller empezó a funcionar en el Tornú en enero pasado. "Antes habíamos estado en instituciones privadas, pero preferimos continuarlo en un hospital público porque queríamos que la entrada fuera libre y gratuita", explicó Buero. Del taller participan personas de diferentes clases sociales y de todas las edades. Para informes, escribir a luisbuero@tutopia.com.

CUANDO LOS CELOS TE CARCOMEN





TEMÁTICA: LOS CELOS EN GENERAL Y EN LA PAREJA EN PARTICULAR

Por LUIS BUERO

Los celos que carcomen y que voy a abordar no son aquellos que, en la pareja o en otro tipo de relaciones, estén justificados por actitudes concretas de los otros.
No se trata de celos de hijos cuyos padres hagan notorias diferencias de trato entre hermanos ni de un miembro de la pareja que descubre actitudes engañosas en su partenaire, y eventualmente una infidelidad.
“Los Celos que carcomen” serán, en este artículo, los absolutamente imaginarios, los que se sufren con la aparición de un tercero que interacciona (aunque sea casualmente) con la otra parte del vínculo que tememos perder. Es el celo-alucinación, el celo alarma, el celo terror a la pérdida y al ataque, el celo inseguridad. Son los afectos inesquivables que me llevaron a armar y coordinar un taller de reflexión y mutua ayuda para celosos y celados, que ya lleva tres “ediciones” en distintos lugares con variados grupos. Un taller para celosos y celados anónimos.

1.-Introducción

Celos, envidia, voracidad, trilogía de emociones “negativas” que alimentaron la creación de diez mandamientos y miles de leyes en todo el mundo que ningún poder judicial logra que se cumplan finalmente.
Sentimientos que habitan en el origen de la vida, y en la concepción mítica del mundo que los propios hombres escribieron en los relatos religiosos y en los artísticos. Aún dentro de su oculta simbología en nuestro pasado lejano hay un Caín que mata a un Abel, o un Yago que induce a 0telo al homicidio a través de una calumnia porque desea su puesto, o una madrastra que inútilmente pregunta “espejito, espejito....¿quién es la más linda del reino”? y ante la respuesta que certifica la falta, se instala ella la idea de regalar a su rival una manzana envenenada.

Los celos son afectos constitutivos de nuestras más pequeñas células narcisísticas, y no hay ser viviente que en alguno de los ámbitos de su existencia no los haya sentido alguna vez.
También se nos revelan los celos como ingrediente del amor de pareja y se evidencian de las más diversas maneras (instinto de posesión, temor a la pérdida, fascinación del rival, pulsión de muerte, actos de violencia, o como espuela para el erotismo en un vínculo).
Pero fundamentalmente los celos “imaginarios” o “alucinatorios” son los generadores de conflictos en las parejas, en las familias, en los espacios laborales, y hasta en las contiendas políticas. Hasta se podría decir que dos gerentes de programación de emisoras competidoras hoy mueven el tablero de la grilla de ciclos televisivos para ganar el amor del público, de manera irrespetuosa hacia esos espectadoras, más allá del negocio que los aumentos de ratings puedan ocasionar.

Porque.... en teoría buscamos una definición y un origen de los celos, saciamos nuestra ignorancia hasta conocer la fibra más íntima del monstruo verde de las siete cabezas, pero...¿y luego qué? ¿qué hacemos con ese saber si no podemos lograr una apropiación instrumental que nos ayude a producir un cambio en el aquí y ahora?
A mitigar el sufrimiento del que cela y del que es celado.


El operar sobre los celos es una tarea de aprendizaje, o de cómo diría Enrique Pichón Riviere, de enseñaje.
La respuesta obvia es que el problema no está solamente en enterarnos qué nos pasa y porqué, sino en ver qué podemos hacer con eso. Y cómo podemos enfrentarlo a diario con técnicas renovadoras, creativas, sorprender al otro y a nosotros mismos con recursos que nos permitan movilizar esas ansiedades profundas que nos provocan navegar aguas turbulentas donde los vínculos corren riesgos de atorarse en piedras o acantilados. Llegar pues, a través de técnicas DE TRABAJO GRUPAL allí donde la palabra no puede ser agente de cambio. Porque el cuerpo muchas veces se nieta a mentir. Y comprender finalmente que seguimos siendo únicos e irrepetibles, justamente como componentes de la gran riqueza grupal en acción, y no dentro de la ilusión del Todo pasivo y omnipotente que alguna vez creímos ser, como parte de una fantasía inevitable, pero de corta duración. Añorar ser el UNICO es por empezar, no poder entender finalmente cuál es nuestra propia situación dentro de la corriente vital de la que formamos parte. Y es conectarnos con la impotencia de pretender detener y encapsular lo incontrolable, el Otro, ahogándonos en ese mar imaginario y frustrante.
Lo grupal, por último, nos provee la ilusión de lograr vencer ese UNO formado por el paciente y el analista, ese dúo unificado en un animal simbólico de ocho patas, madre e hijo indiferenciados, trabajando los celos y su herida desde la circulación de la energía grupal


1.1 DEFINIENDO EL TÉRMINO


Celos, del griego zélus del latín zélosus, es definido por el diccionario como la “sospecha, inquietud, y recelo, de que el ser amado haya puesto o ponga su cariño en otro”. Los celos tienen mala prensa, pese a ser uno de los sentimientos que nos acompañan desde que iniciamos nuestros primeros pasos en la Tierra.

La primera vez que manifestamos celos frente a nuestra pareja causamos gracia. Esa mujer o ese hombre comprenden que estamos enamorados y toman esta reacción como un signo inapelable de nuestro amor, a lo mejor hasta ese momento no declarado.
Claro está que el sentido del humor frente a nuestra explosión por celos no le durará toda la vida. El celoso acosa, persigue, quiere controlar obsesivamente su posesión.
Si pensamos en el contexto social nos preguntamos: ¿los celos son hoy los mismos que los de ayer? ¿los de la década del 30, del 50, los de los últimos quince años?
¿O los celos están “fuera del tiempo?




2- Los CELOS y EL ARTE

Los celos han motivado distintas obras de arte. Una de ellas es la referencia que a ellos hace el teatro a través del inmortal Shakespeare y su “torturado” moro de Venecia.
Los celos tienen etapas, así como la uva se convierte en vino y la oruga en mariposa.
Otelo plantea en su dramática distintas fases para los celos.
Primero simplemente surgen en 0telo como fantasía, ante el temor de perder lo que más ama, luego se convierten en una pulsión destructiva cuando Yago le miente diciéndole que ha visto el pañuelo de ésta en manos de Casio, más tarde asesina a Desdémona y finalmente, cuando se entera de la verdad, se suicida.
Otelo en ningún momento duda de Yago, ni imagina que éste pudiera estar movido por oscuros intereses para contarle lo que vio. Es como si en el fondo de su ser pensara que la infidelidad de Desdemona es absolutamente posible, y de alguna manera esperada e inevitable, pues 0telo ya ha tenido una defraudación anterior, la que provino de su madre. Yago no hace más que reavivarle esa sospecha que detrás de toda mujer pura existe la ramera lasciva, la cuál se corporiza ante sus ojos por el sólo producto mágico de sus celos. El celoso pues requiere que su fantasía paranoica se concrete. Que su profecía terrible se cumpla.
Pero ¿cómo asesinar al ser que se ama?







3 .-CELOS PATOLÓGICOS Y CELOS NO PATOLÓGICOS



¿En qué radica la diferencia?
Los celos consisten habitualmente en una preocupación por la posible pérdida de una persona amada o malestar por la relación real o imaginada que esa persona tiene con alguien más. Quienes sienten este tipo de celos prefieren que sus parejas permanezcan con ellos y no desean que tengan una relación demasiado íntima con nadie más. Pero cuando esos celos están acompañados de intensos sentimientos de inseguridad, auto-compasión, hostilidad y depresión y producen una baja sensible en la calidad de vida de los integrantes del vínculo, pueden ser destructivos para la relación. Allí podríamos estar hablando de celos patológicos.
Las personas con celos patológicos, exigen a su pareja que no se implique emocionalmente con otras personas. Ven como rival o enemigo potencial a cualquier ser del sexo opuesto que se acerque a su pareja (en el caso de heterosexuales) o del propio sexo (homosexuales). En ese caso suena la alarma: ¡peligro, a mi pareja se le derrite el cerebro y se enamora del otro!
Su pensamiento es rígido y dogmático, porque siente que si pierde a su pareja esto será terrible e insoportable. De allí su característica controladora, vigilante, asfixiante, insegura, deprimida en ciertos momentos, agresiva en otros y siempre dependiente. Su pacto secreto es: te doy todo pero dame todo, si no serás una mala persona y tenés que ser castigado/a.
De allí a un acto de violencia hay un paso. El o la que sufre celos patógenos no se imagina la vida sin la otra persona, pues piensa que si se separa no conocerá a nadie más. Su contrato con el otro, como el del bebé recién nacido con la madre, fantasmáticamente un vínculo de supervivencia, y cuando se suspende la provisión de suministros narcisísticos, a través del cariño o la sola alarma de que puede perderse al ser amado, genera una defensa desesperada de esa persona. Su lema es:
Tengo que estar absolutamente seguro/a en todo momento de que mi pareja me ama, ya que necesito su amor para vivir. Y tengo que estar atento porque cualquiera en el momento menos pensado me la, lo, puede robar.
La ley del todo o nada.
En las entrevistas que se realizamos a prestigiosos terapeutas y que están contenidas en el capítulo dos de este trabajo, intentamos tres maneras de analizar los celos:
a) Como un sentimiento o un afecto en si mismo.
b) Definir al portador de los celos, al celoso.
c) Indagar el hombre y sus celos pero en situación teniendo en cuenta su contexto social, educación, cultura que lo atraviesa y además las características propias de su pareja en el momento de la puntuación. No todas las personas son celosas con todas sus parejas, lo cual significa que a veces hay “provocadores/es” conscientes o inconscientes de celos, llamados vulgarmente, histéricos/as.






4- PROFUNDIZANDO.(los autores fundamentales)

4.1 ¿ qué dice MELANIE KLEIN sobre los celos?

Habrá sido celoso el marido de Melanie Klein. Su biografía la presenta como una mujer inquieta que con frecuencia se mudaba de ciudad y adquiría un nuevo desafío. No sólo realizó técnicas lúdicas en terapias infantiles, sino también se ocupó de grupos de adolescentes con adicciones, ya en Estados Unidos.
Para Melanie Klein existe un “Edipo temprano” que comienza a desarrollarse en la etapa depresiva del bebé, cuando éste percibe a la madre como objeto total, y se ve afectado por el fuerte vínculo que descubre entre su madre y su padre. Hanna Segal en su libro Introducción a la Obra de Melanie Klein, editorial PAIDOS, define esta situación afirmando que la misma le origina al bebé intensa frustración, celos, envidia, fantasea que sus padres están casi en coito continuo, y que se dan entre si gratificaciones que él, el bebé, desea exclusivamente para si.
Melanie Klein diferencia envidia de celos y voracidad.
Los celos se basan en el anhelo de poseer íntegramente al ser amado, al objeto de deseo, y excluir todo rival. La relación es triangular y este sentimiento es posible a partir de ese momento de la vida en la que el sujeto puede reconocer y diferenciar la existencia de objetos y de relaciones objetales. En la envidia el deseo es ser uno tan bueno como lo es el objeto, y de no poder hacerlo, intentar destruirlo para que el dolor que produce la envidia cese. La voracidad en cambio es el intento de extracción de todo lo bueno que posee el objeto sin medir las consecuencias de ese acto.

Aquí van sus definiciones, anotemos:

Envidia:

Consiste en colocar impulsos destructivos y partes malas dentro del objeto, con el fin de dañarlo, destruirlo y controlarlo. Identificación proyectiva destructiva, fundamentalmente sobre objetos parciales. Tiene un componente libidinal menos intenso que la voracidad y está impregnada del instinto de muerte.


Celos:

Se basan en la envidia, comprenden una relación de al menos dos personas y conciernen principalmente el amor que el sujeto siente que le es debido y le
ha sido quitado o está en peligro de serlo, por un rival. Son necesariamente una relación de objeto total.

Melanie Klein señala que al comienzo de la vida hay dos fuentes de ansiedad:
la interna estaría dada por el instinto de muerte que fundamenta el temor a la aniquilación y la externa, que estaría dada por la experiencia al nacer en forma de la primera castración y sería la base de las angustias posteriores.

La primera relación objetal que realiza el niño es la alimentación y se realiza con el pezón de la madre, tanto para los instintos de vida como para los de muerte, impulsos que estarían en equilibrio cuando el bebé está libre de hambre y tensión interna. El equilibrio se puede perturbar tanto por pulsiones internas como por elementos del medio, desencadenando la avidez.

Cualquier aumento de la avidez fortalece la sensación de frustración y paralelamente aumenta la intensidad de la agresión, lo que simultáneamente incrementa la ansiedad persecutoria y esta aumenta, a su vez la avidez, formando un círculo cerrado. Por otro lado, a medida que aumenta la gratificación, disminuye la envidia, la disminución de la envidia permite mayor gratificación y esto a su vez, estimula la disminución de la envidia.

Para Lacan los hombres y las mujeres no se diferencian por sí al reconocerse sino que, en tanto seres hablantes, son reconocidos, es decir, supone la asunción del propio sexo mediante la aceptación del sexo del Otro, más allá del encuentro con la diferencia sexual anatómica que describió Freud. Se trata de la confrontación con la existencia de una relación distinta a la castración, una posición distinta en el deseo, un estilo distinto en el amor, otro goce que no es el goce de uno
"No sé qué soy" es el síntoma que produce la sexuación cuando se trata del reconocimiento del sexo pero no en uno sino en el Otro. La otra al acentuar y poner en juego su feminidad me ayuda a desenfundar mi masculinidad, y viceversa.

5. CELOS MASCULINOS Y FEMENINOS

Freud entendía los celos bien como proyección, bien como homosexualidad inconsciente, en una gramática de la vida amorosa que se deriva del complejo de Edipo. Esto surge de dos ideas de Freud:
a) la fascinación por el semejante, el rival me plantea en algún punto el encuentro conmigo mismo. Identificación narcisista con el objeto letal.
b) en la situación de celos la persona más amada deviene en objeto persecutorio, en perseguidor.
Según esta hipótesis, los celos masculinos se explican por la divergencia situada ahora en el goce de la mujer. Se trata del "otro goce" del que ella no sabe nada y que excede el inconsciente. Es el desencuentro sin remedio con el hombre, que no quiere saber nada por el horror a la castración.
Los celos femeninos en la mujer también provienen de su elaboración del complejo de Edipo, para Freud porque la verdadera mujer es la que ha abandonado a la madre como objeto para orientarse hacia el padre.
Para Lacan, hay una lógica que distribuye las posiciones sexuadas: será hombre a condición de tener el falo y no ser el falo, y una mujer será el falo, a condición de no tenerlo. Obtiene el signo de que lo es a condición de hacerse desear por el hombre. Ella al convertirse en el falo se convierte en el objeto de deseo, de poder, el objeto que organiza el lenguaje, la vida toda. Si el deseo del hombre no le rinde homenaje, si lo que el hombre le devuelve es que ni lo tiene ni lo es, ella se deslizará por una grieta abierta.
Un esfuerzo de simetría podría hacer suponer que la degradación de la vida erótica determina los celos en la mujer. Por el contrario, ellos derivan tanto para el hombre como para la mujer, de la propia sexualidad femenina. Lo que alimenta el síntoma es la dimensión de cómo reconocer eso que habita en el Otro.
Los celos tienen que ver con la posesividad, con aquello que se siente como personal y privativo, del mismo modo que una persona se relaciona con sus tierras, sus propiedades o su ganado. Pero nadie puede sentirse celoso de su propiedad aunque pueda aplicar en su custodia un celo especial. Se sienten celos de las personas, concretamente de aquellas personas que se percibe que nos pertenecen como el ganado o la tierra y que pueden escapar de nuestra influencia y de nuestro lado para irse con un mejor postor. Sobre todo se sienten celos de las parejas, unos celos que incluyen lo sexual si se dan entre parejas sexuales y también una forma de celos que tiene que ver con la obligación de compartir con otros los cuidados de una persona muy especial o significativa (celos fraternales).
Freud llamaba a los primeros celos sexuales y a los segundos celos infantiles dado que es posible observarlos entre hermanos compitiendo entre si por los cuidados de la madre, aunque a esta conducta entre hermanos se les denomina frecuentemente celos, hoy se interpreta como rivalidad agonística, dejando el sustantivo celos para uso exclusivo de los celos sexuales.
La naturaleza psicopatológica de los celos, desde el punto de vista afectivo procede del temor: el temor de perder algo que nos pertenece, mientras que desde el punto de vista cognitivo es más bien una obligada tarea: el afán o inversión de tiempo o recursos que dedicamos para que esto no suceda. De entrada existe una diferencia entre los celos femeninos y masculinos, el temor del hombre es un temor "hacia los cuernos" o hacia la infidelidad de su pareja, mientras que el temor de la mujer es el temor a ser abandonada. La infidelidad de la mujer es para el hombre un temor atávico que es anterior a la ganancia de la confianza y que está asentado en la incertidumbre de su transmisión genética, mientras que en la mujer que carece por naturaleza de esa duda, su temor procede más bien de la posibilidad de ser desplazada por otra hembra, no tanto por la infidelidad ocasional del marido (que suele ser algo tolerable) sino por la posibilidad de que su pareja acabe por dejarla abandonada .







5.2 PERO QUÉ ES EL AMOR ENTONCES?


Freud, en el capítulo 7 de “Psicología de las Masas.....”comienza refiriéndose al enamoramiento como una investidura de objeto de parte de las pulsiones sexuales. Pero en cuanto profundiza su análisis llega a la conclusión de que ese objeto, el ser “amado” sirve para sustituir un ideal del yo propio no alcanzado, y aquí entra en juego el narcisismo y con el tiempo, de persistir esta actitud, el objeto se vuelve más valioso y grandioso, al llegar a poseer todo el amor de sí mismo del yo, y la consecuencia natural es el auto-sacrificio de éste.
El objeto se pone en el lugar del yo o en el lugar del ideal del yo.
¿No es este motivo suficiente para vivir con horror la posibilidad de perder al ser amado?
Si, pero el verdadero temor a la pérdida solo opera en el celoso ante la aparición de la nueva estrella de esta obra: el tercero.
El papá, el hermano, el amigo, el ex novio, el compañero de oficina que llama, el colega, el jefe. La prima, la secretaria, la alumna, la vecinita.
El tercero incluido....
Pero el primer herido no es nuestro amor, sino nuestro amor propio. ¿0yeron hablar de Narciso?





RESUMIENDO

Lo que se ha visto en el Taller de reflexión Cuando los celos te Carcomen, actividad grupal, con los participantes:

Origen de los celos

• miedo a la pérdida y al ataque (ansiedades básicas que sufrimos desde el nacimiento)
• fantasía de fusión, retorno al sentir infantil, resistencia a la pérdida del amor exclusivo de la madre, búsqueda de un espacio sincrético en el que el yo y el no-yo no están discriminados,
• baja autoestima (permanente o eventual, por un hecho del momento)
• contexto cultural-social, religioso, jurídico,étnico, por ejemplo, sociedad monogámica donde el adulterio es penado en todos los ámbitos. etc.
• Tensión en la adaptación sujeto-mundo en la hipermodernidad. Cambio de valores, liberalización de las costumbres y compromisos, etc.
• Individualismo extremo, olvido de que el hombre es un ser social, la pareja se recorta en el primer encuentro del ámbito que los rodea pero ese ámbito existe, invade, exige.
• Necesidad de erotizar a la pareja con la aparición de un tercero, real o imaginario.

Sensaciones comunes
Celoso: sentimiento de exclusión, ansiedad extrema.
Celado: asfixia, castración.

Motivos de celos. (el tercero puede ser otra persona, otros vínculos, una vocación, un trabajo, un estudio, un deporte, un animal, un objeto –auto/computadora, el ciberespacio, nuevas costumbres sociales, la familia de la pareja, etc )
Se personifica en desconocidos o seres imaginarios, también en amigos, compañeros/a de trabajo o estudio, familiares, etc.

Celos Patológicos (generan un drama cotidiano, impiden –o coartan- al celado insertarse activa y creativamente en la realidad, llegan a la violencia verbal y física. La persona amada y el supuesto rival se convierten en objetos persecutorios. Altísima dependencia emocional. Puede terminar en el crimen, quien mata fantasea que posee totalmente a la otra persona. El control omnipotente del celoso destruye al objeto celado.

Celos “normales”: son un motor pulsional, pueden ser una estrategia de seducción y socialmente un mecanismo de defensa ante la liberalidad ante los compromisos, etc...

Funciones del taller: cuando los celos te carcomen
El taller que coordino tiene dos partes

1) una parte teórica en la que se explican temas, se discuten formas de relacionarnos de la vida cotidiana, escenas comunes que originan conflictos. El fin es:
Reflexionar sobre los vínculos, los imaginarios, movilizar y disminuir las ansiedades profundas, redireccionar las energias, promover el desapego y la autoconciencia. Discriminar celos de envidia y de voracidad. Demostrar el carácter dialéctico de toda experiencia y que el rol es un modelo organizado de conductas que se pueden cambiar.

2) una parte pràctica con:
dramatizaciones exponiendo los roles contradictorios, el humor, información teórica, exposición de los participantes de sus sensaciones, historias que se reflejan en la mirada ajena, la tarea del grupo es operativa si produce un aprendizaje en todos. etc.
Concientizarnos en que yo soy el que sostiene la punta del hilo que me ata.


TALLER DE REFLEXION Y VIVENCIAL SOBRE LOS CELOS,


Algunos CONCEPTOS ANALIZADOS DURANTE EL taller:


* aprendizaje: - salir de la estereotipia, aprender a correrse del rol celoso o celado con hechos.
- desapego (controlar la ansiedad que provoca el miedo inexplicable al ataque y a la pérdida)
- Diferenciar lo obvio de lo imaginario y ver al tercero, si existe, como un motor pulsional del deseo. 0bservar que entre el sentir y el hacer existe el pensar, como instancia intermedia.

* comunicación: -evitar el sobreentendido, que conduce al malentendido.
-tener en cuenta que celoso y celado no manejan los mismos códigos: el celado dice: “hay otro” , el celoso escucha: “hay un rival”.
- generar tiempo y espacio para poder escuchar y atender lo que el otro dice intentando que las fantasías, los “ruidos”, no generen conflictos absurdos.
- Practicar la estructura de mora: consiste en reflexionar un instante, ver qué le pasa al otro, pensar porqué nos dice lo que nos dice, contener al otro, contenerse, preguntarse en vez de preguntar o contestar enseguida.
* transferencia: ¿cómo nos relacionamos con el prójimo? Lo vemos en alguna de estas cuatro maneras diferentes:
• como
modelo, rival, auxiliar, objeto.
Como objeto podemos verlo como complementario, aprovechamos lo que él tiene y nosotros no, o de manera obsesiva, queremos poseerlo, anularlo, hacerlo parte nuestra. Pretendo que el otro haga lo que yo quiero, necesito, espero, deseo.

• mundo interno: Somos creadores de una realidad psíquica, personal, con roles inscriptos, modelos de conducta, etc. En esas representaciones existe la contradicción que a veces no queremos ver: celoso/celado en una misma persona en distintos lugares o situaciones, o por ejemplo, satisfacción/frustración como aquello que nos puede dar en diferentes momentos el ser amado.
• Dialéctica: nadie puede bañarse dos veces en un mismo río, porque el río y la persona han cambiado.(Heráclito) Lo único permanente es el cambio.
• Proponemos Sostener la esperanza y el optimismo en el saber que todo puede cambiarse. Y uno puede modificar el rol en el que ahora está instalado si se lo propone. El celoso debe hacerse cargo de sus propias falencias, y no proyectarlas en un supuesto rival o en su pareja.
• Proceso: El hombre es un ser en situación, no se trata del dilema: ser o no ser, estamos siendo, nos configuramos permanentemente, y el avance es en espiral, dos pasos adelante y uno atrás, y así sucesivamente.
• Discurso: el celado debe cambiar el “siento culpa por” y sustituirlo por el “tengo derecho a”.
• Vínculos:
• el otro es un ser social, no un individuo recortado. Al conocerlo entro en su ámbito de la conducta, en su mundo para enriquecerlo, no para coartarlo.
• en una relación de pareja hay una relación bicorporal pero tripersonal, porque están, él, ella, y el vínculo. ¿Nos interesa conservar este vínculo a los dos?
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CONCLUSIONES


1) Los celos son un afecto o emoción inevitable, y nacen en el momento en el que alguien o algo interfiere e intenta romper aquella fantasía por la cual creemos ser Uno con el 0tro (la madre). Los celos pueden ser una reacción natural ante la posible pérdida de nuestra pareja. Lo que determinará que los celos sean patológicos o normales será su intensidad, la reacción que provoquen y el hecho de que se deban a una causa justificada o infundada.
2) La celopatía, enfermedad de celos, tiene su origen en la misma personalidad del celoso; es como si quedara fijado en la posición esquizoparanoide (Melanie Klein) dominado por el miedo al ataque y a la pérdida.
3) Los celos pueden ser el emergente de deseos de infidelidad proyectados en el otro/a.
4) La fascinación por el tercero es interpretado por Freud en algunos casos como una expresión de homosexualidad reprimida. Esto se debe a que nos identificamos con el rival o adversario, al cual también envidiamos y queremos sentir su placer, pero por otro lado también tenemos una identificación parcial o total con nuestra madre, y nos resuena su placer también.
5) Los celos son una señal de debilidad, y están relacionados con la falta de confianza en si mismo del sujeto celoso, cuya autoestima depende excesivamente de su pareja (recordemos a O. Fenichel cuando se refiere a la provisión fundamental de suministros narcisisticos del lactante por parte de su madre, y la sensación de peligro de muerte que surge de la suspensión de los mismos. A esto se refiere también Hugo Pisanelli en la entrevista de este mismo trabajo al calificar como vínculo de sobrevivencia el que se establece entre el bebé y la madre en sus primeros tiempos de vida.
6) El celoso patológico es aquel cuyo accionar movido por los celos hace sentir a él y a su pareja, que desciende la calidad de vida de ambos, o sea que la existencia de la pareja deja de ser un ámbito de comedia para pasar a ser una tragedia diaria.
7) La envidia es querer tener, los celos son un querer retener; las entrevistas realizadas coinciden en que el tipo de relación que el bebé establezca con la madre y la forma en que tramite en su psíquis las sensaciones de plenitud y de abandono, son la plataforma fundamental para la crianza de un celoso voraz o no.
8) La angustia y la desesperación del celoso surgen del querer inútilmente controlarlo todo, y la impotencia que sufre al descubrir que es imposible. Siempre habrá un factor externo intentando interaccionar con el objeto de deseo que lo desvela y que cree propio.
9) Su alivio sobrevendrá al entender que puede prescindir de ese objeto de deseo y seguir viviendo o cambiarlo por otro, y que nadie ni nada podrá satisfacerlo totalmente.
10) El rival puede ser un mediador, un motor pulsional del deseo, cuando el celoso necesita la aparición de ese tercero para poder desear al objeto.
11) Los celos es un tipo de emoción y la Psicología Social en este sentido dice que puede funcionar como un mecanismo de defensa y de protección de la estabilidad de las parejas. Con un exceso de celos, entras en el campo de la patología, el otro extremo seria la indiferencia que también tendría consecuencias negativas, o sea que un mínimo manejo de emociones de celo ayuda a mantener a la pareja viva

12) La función de la cura o alivio del celoso que sufre y hace sufrir a su pareja en un grupo de reflexión u autoayuda consiste en hacerle reconocer que él y el coordinador no hacen UNO. También desactivar la fantasía de que nuestro objeto de deseo es necesariamente objeto de deseo de otro imaginario que pugna por quitárnoslo. Contener esos estados de ansiedad extrema en los que incurre el celoso, y reflexionar sobre la altísima dependencia afectiva hacia el 0tro. Ah, y divertirnos un poco, desdramatizar, reirnos de nosotros mismos, y comprender que si siempre sospechamos que nos van a dejar por otro, dejamos de ver que es posible que nos dejen por nosotros mismos.